Autor: LUIS GRANELL
Dicho así, cualquiera pensará, ¡pues vaya novedad! Pero si les digo que el «Canfranc» en el que viajaron los socios de la Asociación Zaragozana de Amigos del Ferrocarril y Tranvías el 13 de marzo era el automotor Alstom X73773 de la SNCF, en servicio TER Aquitaine entre Pau y Olorón, entenderán el título.
Sólo un mes después del estreno oficial de la renovada línea entre estas dos ciudades del Bearn, medio centenar de socios de AZAFT se fueron en autobús hasta Pau para tomar allí el tren que cubre el (por ahora) único tramo en servicio del Canfranc francés. En el camino de ida se detuvieron a la altura del túnel helicoidal de Sayerce, para ver sus bocas superior e inferior, y escucharon los datos y explicaciones que les dio por la megafonía del autobús Luis Granell, socio de AZAFT y miembro de CREFCO.
En Pau algunos viajeros se fueron a comer y pasear por el Bulevar de los Pirineos y las calles que conducen al castillo de Enrique IV, pero los más forofos no se movieron de la estación. Bajo su bella marquesina Midi, en restauración, vieron pasar y fotografiaron a placer tres TGV y otros tantos Corail. Y es que buena parte de los trenes que circulan por Francia, como por la mayor parte de los países europeos (también en esto Spain is different), son de coches remolcados.
A las 15:32, con toda puntualidad, el automotor «Canfranc» salió de la estación y, dejando a la derecha las vías que se dirigen a Bayona y Burdeos, se adentró en el puente metálico de tres tramos que cruza la Gave de Pau para lanzarse por la vía recién estrenada. Entre los viajeros habituales y el grupo de aragoneses ocuparon todas las plazas del cómodo tren. Los puntos que más llamaron su atención fueron la bifurcación de Buzy-en-Béarn, de donde salía la desaparecida línea que iba hasta Laruns, el viaducto en curva de Lashies y el puente sobre la Gave de Olorón, poco antes de entrar en la estación término (por ahora). Los 37 minutos del viaje se hicieron cortos y, al despedirse del personal del tren, quedaron en volver a encontrarse en 2013, cuando se reabra el siguiente tramo hasta Bedous.
De nuevo en carretera, el autobús se detuvo para que los viajeros pudieran ver y fotografiar los grandiosos viaductos de Escot (por el que volverán a pasar los trenes dentro de dos años) y Arnousse, situado en la parte alta de la línea, entre Urdós y Forges d’Abel, que no recuperará su función hasta que la reapertura del Canfranc no sea completa. Y, como no podía ser menos, hubo otra parada en Canfranc y un paseo por sus vías que, en ese momento, estaban vacías porque el regional descendente ya había salido y el ascendente no había llegado todavía.
Carlos Abadías, vicepresidente de AZAFT, nos encargó que resaltáramos el excelente trato recibido, tanto por parte de la SNCF como del personal de la estación de Pau, así como el maquinista y el interventor del tren que les llevó a Olorón. Y es que no sólo aplicaron la tarifa de grupo (pese a que, por ignorarlos, se habían saltado todos los plazos y procedimientos), sino que emitieron un billete para cada uno como recuerdo, les acompañaron hasta el andén y no pusieron pega alguna para que los «cazadores» de trenes se pasearan por la playa de vías.
Si a alguno le gustan las comparaciones, que intente bajar a los andenes de Delicias para hacer fotos o que llame a los servicios comerciales de Regionales (perdón, Media Distancia) Renfe y pida un billete de grupo para 44 personas, para subir a Canfranc.