Tras casi año y medio de trabajo el Ferrobús 591-528 ha vuelto a moverse por sus medios.
Lo que empezó como una mera tarea de limpieza y desescombro, gracias al trabajo del equipo de material real de la AZAFT ha terminado siendo el comienzo de la recuperación funcional del Ferrobús 591-528. Aún queda mucho trabajo por hacer, pero los primeros metros de vía recorridos por el ferrobús han supuesto un revulsivo para el equipo, que está trabajando duramente.
El Ferrobús 591-528 fue reformado y puesto a punto por última vez en el año 1991, en los talleres de Miró Reig en Alcoy. Este último resurgimiento de este mítico automotor vino motivado por el interés de Mercè Sala de dotar a las líneas regionales de débil tráfico de un vehículo adecuado. Para ello dos ferrobuses fueron puestos a punto y decorados con el esquema de los trenes regionales de esa época. La reforma consistió en la completa puesta a punto del vehículo, incluyendo la sustitución de la caja de cambios original por una de autobús Pegaso, puesto que los talleres de Miró Reig no fueron capaces de encontrar los repuestos suficientes para las cajas de cambios originales alemanas. Esta reforma les hizo perder la sexta marcha y ver reducida su velocidad máxima de 90 a 75 km/h.
Tras varios intentos de cubrir diferentes líneas, como el Canfranc y la línea de la Pobla de Segur, los dos vehículos fueron asignados al depósito de Salamanca. En el año 1993, debido a las continuas averías que presentaban, sobretodo en sus cajas de cambio, fueron dados de baja.
Dado que la AZAFT había sido la depositaria de uno de estos ferrobuses como vehículo histórico, antes de su última vuelta al servicio activo, solicitó al Museo del Ferrocarril recuperar los dos vehículos apartados en Salamanca, trasladándolos a Zaragoza para el Museo del Transporte y la Comunicación de Aragón.
En Zaragoza los dos ferrobuses quedaron depositados, junto al resto del material de nuestra colección, en la estación de Zaragoza-Delicias a la espera de su restauración. En el año 1999, ante el inminente comienzo de las obras de la nueva estación de Alta Velocidad y tras recibir una solicitud por parte de la Asociación Burgalesa de Amigos del Ferrocarril, el ferrobús 591-557 fue cedido por el Museo para su restauración y puesta en servicio en la estación de Barruelo de Santullán. La restauración de este vehículo fue encargada a ARMF, quienes hicieron un primoroso trabajo. Por desgracia, en el año 2010 un acto vandálico provocó un incendio que malogró el citado vehículo.
Mientras todo esto ocurría, el 591-528 siguió cedido a la AZAFT y, junto al resto del material de esta Asociación, fue almacenado en las antiguas Naves de Material Remolcado de Zaragoza-Delicias. Durante el transcurso de las obras, ante la necesidad de desalojar por necesidades de la obra una de las naves donde se guardaba el material y debido al escaso tamaño de la nave provisional construida por el GIF, el ferrobús pasó a quedar estacionado en una vía exterior, sufriendo las inclemencias meteorológicas y el acoso de los vándalos, hasta que se produjo en 2006 el traslado de la colección a la nave de Casetas.
Para proceder al traslado, primero fue necesario vaciar la basura y restos de incendios que los indigentes que habitaron en su interior habían acumulado. Por desgracia, los siete años de obras, los actos vandálicos y los ocupas, habían dejado una gran huella en el vehículo, que llegó a Casetas con aspecto de irrecuperable.
Tras el incendio del Ferrobús de Barruelo y coincidiendo con unas maniobras que se realizaron en la nave de Casetas para reorganizar el material, el FER 591-528 pasó a estar situado en primera línea de la nave, cercano a la zona de trabajo del taller. Su mal aspecto tanto exterior como interior, su hedor, los bichos y basura que aún tenía acumulada en su interior, motivaron que se tomara la decisión de comenzar una exhaustiva limpieza, por cuestiones de salubridad.
Esta limpieza permitió valorar el estado real del vehículo, que tras el hollín de los incendios que se habían realizado en su interior parecía estar más entero de lo previsto. Poco a poco la ilusión se fue contagiando entre los miembros del equipo de trabajo y se decidió emprender un plan de trabajo, del que no teníamos claro cuál sería el final, pero que a buen seguro mejoraría el aspecto del Ferrobús.
Se fueron revisando, reparando y completando instalaciones una por una: neumática, hidráulica, agua de refrigeración de motores, electricidad, etc. Se buscaron en España y en el extranjero los repuestos necesarios para recuperar y completar todos los elementos. Poco a poco el Ferrobús fue cobrando vida. Nada fue impedimento, ni la falta de un foso donde trabajar, ni la falta de medios; a todo se le encontró soluciones ingeniosas.
En paralelo a los trabajos mecánicos, la limpieza dio unos resultados asombrosos. Las paredes negras, los techos quemados, las tapicerías asquerosas, dieron paso a colores cremas y verdes, tras muchas horas de limpieza con amoniaco. La limpieza fue uno de los trabajos más duros, por la toxicidad de los productos, y por lo desagradable del estado inicial del vehículo.
El día 3 de junio, a las 11 y media de la mañana, el motor uno del FER 591-528 volvió a ronronear. Tras unas primeras vueltas con el motor de arranque, enseguida comenzó a voltear por sus propios medios. En ese momento, la alegría invadió los corazones de todos los implicados en este gran trabajo. A partir de este hito, se realizaron las comprobaciones y mediciones que confirmaron que el motor uno estaba en muy buen estado de forma y que, con los mimos y cariños que le habíamos dado, ha recuperado el brío que caracterizaba a los motores Pegaso.
Fue la tarde de ese mismo día cuando, tras reunir a todo el personal implicado, se consiguieron dar los primeros paseos por la vía de maniobras delante de la nave, comprobando el correcto funcionamiento de todos los elementos reparados y detectando nuevas averías que se irán solucionando en el futuro.
Este hito es sólo un primer paso. Un paso que vista la magnitud de la obra puede parecer pequeño, pero que para nosotros supone una gran alegría, puesto que hemos revivido un dinosaurio, un fósil.
Los próximos pasos los tenemos claros y tenemos los conocimientos técnicos, disponemos de la documentación y sabemos cómo afrontarlos, sólo nos falta la financiación. Es en este punto en el que pedimos vuestra colaboración. La AZAFT va a comenzar una campaña de financiación colaborativa para esta restauración, de tal manera que con los fondos aportados por donantes pequeños y grandes conseguiremos entre todos recuperar el Ferrobús 591-528. Dado el carácter de entidad de Utilidad Pública que tiene la AZAFT, los fondos donados podrán ser desgravados en la declaración de la renta de los donantes, para lo cual emitiremos el certificado correspondiente. Los donantes tendrán información detallada y de primera mano del plan de trabajos, de los trabajos ejecutados y de los trabajos futuros, y podrán visitar el ferrobús para ver la evolución de su inversión. Serán informados de los traslados y salidas a la vía para pruebas que se realicen y estarán invitados al primer viaje en servicio comercial. Si así lo desean constarán como padrinos del ferrobús tanto en la página web de AZAFT como en el cartel conmemorativo que se colgará en su interior.
En unas semanas comenzaremos la campaña de recogida de fondos y os informaremos de cómo participar. Los Ferrobuses fueron una serie de automotores diésel mítica en Renfe, de los que por desgracia sólo quedan tres ejemplares. Esperamos que la sensibilidad y colaboración de los aficionados, simpatizantes y empresas, permita culminar la recuperación funcional del 591-528/512.